Los meteorólogos hablan de la “sensación térmica”, Aníbal Fernández de
la “sensación de inseguridad”. ¿Por qué no puedo hablar yo de la “sensación
económica”?
Mi conciencia acerca del valor de los productos en el mercado arranca a
finales de los años 60. Y mi “sensibilidad económica” me dice que hubo épocas
más benignas que otras. En particular mi adolescencia fue una época de
liquidez. Teníamos plata, las salidas, los libros, el cine estaban a nuestro
alcance.
El final de la dictadura fue otra buena época, además de la liberación política la calle era nuestra y accesible económicamente.
¿Era una “sensación”? Por suerte encontré este gráfico
Mide la evolución del salario real. El mismo nunca se recuperó del todo
luego de la caída del rodrigazo de 1975 pero efectivamente hubo un par de picos
efímeros en el gobierno de Alfonsín.
Luego todo es caída. La recuperación a partir del 2003 no es más que el
regreso a los niveles de la década del noventa y éstos son los del inicio y
final de la dictadura.
Al análisis numérico hay que agregar dos consideraciones que no hacen
más que complicar las cosas:
a) la productividad de la economía argentina aumentó y también lo hizo
la producción. Concretamente la torta a “repartir” se agrandó,
b) los gastos de un trabajador son más altos ahora que antes.
¿Por qué?
Por un lado porque ahora hay que pagar por servicios que en los 70 eran
provistos gratuitamente por el estado, por ejemplo la educación (en 1970 la
escuela privada era una rareza de los sectores privilegiados o un reducto
confesional), pero también la seguridad (no abundaban las compañías de seguridad
privada ni estaban al alcance las alarmas de todo tipo). Las prepagas de salud
proliferaron también luego de los 70.
Por el otro porque a lo largo de cuarenta años las necesidades de
consumo variaron, por ejemplo el incremento de lo que podría llamarse una
canasta tecnológica (celulares, entre otros).
Mi “sensación” resultó confirmada, el tema es cómo volvemos a los
buenos tiempos.
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