lunes, 12 de octubre de 2015

¿Y el día de la Raza?

El término "Raza" ha caído en desgracia como no sea para publicidad de comida canina. 
Hace ya rato que la antropología  desechó el término que tuvo el apogeo de su uso entre el 1700 y mediados del siglo XX, coincidiendo con el período de máxima expansión europea por el mundo.
El caso es que “raza” se convirtió primero en un término científicamente incorrecto y luego en políticamente incorrecto.

Pero hubo una época en que no fue así: el 12 de octubre  estuvo vinculado desde el vamos al establecimiento de relaciones diplomáticas con España.
  • El primer paso lo dio (como en otras cosas) Julio A. Roca durante su segundo mandato presidencial al mandar a acortar el Himno Nacional ya que  “hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas” antes que las originales que, en un tono más exaltado, prometían fajar al vil invasor y se regocijaban de que su cerviz orgullosa dobló.
  • Un segundo paso lo dio H. Yrigoyen. EEUU aparecía como el rival que disputaba la hegemonía americana. Pero de México para el sur éramos otra cosa: hijos de españoles. Sin ponerle nombre, en 1917 el presidente radical estableció los festejos del 12 de octubre ya que “la España descubridora y conquistadora […] obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento”.
  • Roca, Yrigoyen…falta Perón. En 1947, en ocasión del homenaje a Miguel de Cervantes por los 400 años de su nacimiento, expresaba: “Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental.  Porque España aportó al occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental. Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”. Traía para ello la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano...”

Un  afiche condensó dos ideas: el
 día de la Raza y la  necesidad
de aumentar la producción
.


EEUU, después del Braden o Perón, tampoco podía estar ausente en la reflexión: la difusión de la leyenda negra [léase críticas a la conquista],  procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, “
El reconocimiento a España incluyó el apoyo, Evita mediante, al franquismo que recibió importantes donaciones de alimentos.

¿Y cuándo “cambió”? 
En 1966 se llevó a cabo el Primer Censo Indígena. Lo que se contabiliza, existe. Con una denominación “incorrecta” y “estigmatizante” el “indio” se visibilizó.
En 1992 aprendimos a hablar del “encuentro de culturas” y a partir del 2010 del “respeto a la diversidad cultural”.
Ahora que “Indio” es “pueblo originario”, ¿ya no tiene razones León Gieco para cantar cinco siglos igual?

Sólo si las palabras constituyen la realidad. 


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