Hay varias historias en ésta y es preciso contarlas.
La primera es la trágica, la que da origen.
En el verano de 1997 un reportero gráfico,
José Luis Cabezas, saca una foto caminando en la playa de Pinamar a un
empresario de aristas mafiosas, Alfredo Yabrán. Yabrán no quería que su imagen
fuera pública. Entre sus matones, la policía y los horneros, una bandita de La Plata, secuestran a Cabezas y le
prenden fuego al lado de la ruta. Los compañeros de Cabezas dan al asesinato y
a la lucha por justicia alcance nacional. “No se olviden de Cabezas” es la
consigna. Caen y van en cana los policías, los matones y los horneros. Duhalde, gobernador de Buenos
Aires, se despide de su candidatura presidencial. Yabrán se oculta y termina
volándose la cabeza con una escopeta.
La segunda es la personal.
Algunos que leen esto no habían
nacido en 1997. Otros recordamos claramente el hecho y podemos reconstruir ese
momento de nuestras vidas. Pasaron casi
dieciocho años pero la cara de Cabezas en cada negocio, el “no se olviden” que
cerraba los noticieros, las cámaras en alto de sus compañeros han quedado
grabadas en mi memoria.
La tercera es la actual: la miserable.
Una concejal de La Plata
presenta un proyecto de inclusión laboral destinado a otorgar un 3% de los
puestos municipales a expresidiarios. La iniciativa es positiva y grupos de
liberados la apoyan, lo cual resulta lógico. [Digresión: ¿Es necesario ponerle a una cooperativa de ex presos
Kbrones? ¿No tenían un nombre más amable? ¿Si fueran punguistas serían Manos
Mágicas? No quiero pensar en agresores sexuales que al salir formen una
asociación Los Violines].
Pero...¿dónde está la miseria?
La concejal es Florencia Saintout que también
es decana de la Facultad de Periodismo de La Plata. Uno de los que la apoyan es
Horacio Braga, estudiante de periodismo.
¿Y, dirán ustedes?
Horacio Braga mató e incineró a José Luis Cabezas en 1997. Algunos se olvidaron y otros quieren que nos
olvidemos. Pero no.
No se olviden de Cabezas