lunes, 3 de junio de 2013

Recuerdos de infancia

Soy profesor porque fui alumno. Y no tiene que ver con el orden lógico y cronológico.
Soy profesor porque quise quedarme en el mundo que descubrí cuando entré a la escuela. Un mundo pequeño dedicado a comprender y hacer habitable ese más grande en el que vivimos. 
Hoy cumple años mi escuela primaria, la primera de ellas. Era una escuela "Laínez". Se llamaba así a las escuelas que dependían de la nación en los territorios provinciales. Más coloquialmente le decían la "escuela de los palitos", por el método antiguo para sumar haciendo rayas (palotes/palitos) en las hojas.
Fui a ella un año, el primero superior, en el turno intermedio. Éste era un engendro provincial para paliar la falta de establecimientos. Se cursaba de 11 de la mañana a 2 de la tarde, robándole un poco de tiempo al turno mañana y otro poco al de la tarde. Como para joderte el almuerzo, decía mi abuelo. Al año siguiente conseguí vacante en el turno mañana de la 18, la República de Cuba, y allí hice de 2do a 7mo.
La Lainez fue un atajo para poder empezar la escuela. Yo había empezado jardín a los tres años (probablemente porque no me aguantaban en casa) y después de dos años lo había considerado terminado. La otra opción era repetir la sala pero no me convencía. Quería guardapolvo blanco. En las escuelas no me tomaban por la falta de edad así que fui a lo de la Señorita María, una vieja maestra que había armado una especie de escuela primaria (no oficial, of course) en su casa. Trabajábamos en una mesa enorme todos los grados mezclados. El primer día, a causa de mi zurdera, me tocó la punta más lejana cosa de no incomodar a los demás que escribían "normalmente" con la derecha. Eso fue la primera lección de, digamos, convivencia. Después vino la parte pedagógica: a un alumno le extraño que en el listado de útiles no figurara la goma y preguntó. Todavía resuena en mis oídos la respuesta firme: No van a necesitar goma, no se van a equivocar. Hasta que no aprendí a borrar tinta con gillete y pasar la uña para que no se diera cuenta la señorita María no se me fue el temblor. 
Pasado el año de la Señorita María intentaron anotarme en una escuela común, no había caso, tenía que repetir primer grado. Mis viejos, docentes conocedores de rebusques varios, me anotaron en la Laínez que permitía tomar examen en calidad de libre. Fui un día a primero inferior y pedí (pidieron mis viejos) dar examen para pasar al superior. ¡6 años y dando examen!
Me dieron cuentas de sumar y restar, oralmente contesté la hora que se me indicaba en un reloj de madera que la maestra iba moviendo, hice un dictado y leí el texto "El Resero" con el dibujito de un gaucho. Como todo fue bien pasé a primero superior.
Tenía guardapolvo blanco, me tomaban cosas que sabía, había chicos de mi edad, ¡la escuela era maravillosa!. 
Feliz cumpleaños, escuela de los palitos.

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