jueves, 26 de noviembre de 2015

La última cena


A veces es necesario tomar distancia de nuestros actos para comprenderlos. 
No había pensado en nuestra  “última cena” con 4to 1ra hasta que vi la foto que mandó Camila. Pero la imagen es clara, pueden variar las posiciones de los personajes y sus posturas, hemos tenido el detalle de disminuir el número de apóstoles para justificar que no hay Judas que traicionen por acá, la comida no parece tan abundante…pero es “la última cena” al estilo de Leonardo.
Para los observadores externos al curso es necesario detenerse a explicar:
Todo comenzó hace cuatro años, en 1ro 3ra, allá en Yerbal.
Un trabajo clásico sobre la agricultura en el antiguo Egipto, corrección oral del mismo, un alumno lee la palabra dátiles. Y el docente salta a la yugular: ¿Saben que es un dátil?
Miradas de desconcierto. ¿Además de escribir tenemos que saberlo? El docente responde que sí, que de eso se trata y explica que es un dátil.  
La clase siguiente aparece con una bolsa de dátiles, experiencia directa que le dicen. Los alumnos, desconfiados, prueban. A algunos les gusta.
Año siguiente: 2do 1ra.
Dos alumnos del viejo 1ro 3ra, Juan (el sensible) y Ulises (el cínico) se han pasado a la mañana. De alguna manera la experiencia de los dátiles se hace conocida. 2do 1ra reclama pasar por la misma (sin haber leído todavía a Heráclito y saber que es imposible).
El programa de 2do año incluye como tema central la conquista y colonización de América.  El docente piensa alguna comida representativa (y fácil de trasladar y consumir).
Descarta algo con maíz o con papa. La elección se vuelca al chocolate. Y cultivado en África. El tema cierra, cacao, esclavos, etc. Y además el chocolate es rico. La experiencia queda instalada.
Ya en 3ro la pregunta del curso es ¿Qué comemos esta vez?
El docente se ha preparado en las vacaciones.  Recorriendo el mercado de Temuco, centro mapuche chileno, entre ramos fragantes de cilantro y gallinas que ponen huevos celestes, se detiene frente a un pequeño negocio. Charqui, auténtico charqui de caballo. Solucionada la clase alusiva, que recién llegará cuando el curso haya visto el período rosista, los saladeros y demás.
El charqui no tiene tantos admiradores como el chocolate. Pero el curso lo prueba. Hacen gestos raros, se quejan, dicen que parece cartón,  el docente explica nuevamente que cuando leen charqui, de eso se trata.
Llegamos al final. 4to.
Siglo XX. Crisis, guerras y revoluciones. La elección es fácil, café instantáneo y corned beef, pero cuesta encontrar este último. Por fin aparece. No muy lejos,  en el chino del barrio. El docente, después de mucho buscar (incluso por internet) pregunta a Palito y éste responde: Ah, sí. Viandada. Sí. Ayi.
Lo demás está a la vista. Café instantáneo (un producto de la crisis del 29 y la superproducción de commodities) y trozos de corned beef (o viandada o spam), un alimento típico de los ejércitos de la 2da guerra. Hay tiempo incluso para explicar la antigua forma de apertura de la lata (sin abrelatas).
El docente supone que el gusto va a ser rechazado. Algunos se horrorizan de la cantidad de grasa, otros lo comen gustosos.   
Podría decir misión cumplida. De Egipto al siglo XX, en cuatro años.
Pero, siempre hay un tema más. Cuando Leonardo pintó “La última cena” se tomó su tiempo. Un par de años en los cuales vivió a cuenta del abad del monasterio donde está el fresco. Consumiendo él y sus ayudantes buena parte de la comida del mismo. El abad se quejó a Ludovico Sforza, el noble que le había encargado a Leonardo el trabajo.
Leonardo respondió tranquilo que los genios como él no producen según las horas trabajadas y que a veces cuanto menos hacen, más rinden.

Rescatar el derecho al ocio es también un concepto de estos cuatro años. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Lucy in the sky with diamonds


Debe haber sido a principios de los ’70 que empecé a leer sobre la evolución del hombre.  Todavía tengo uno de los primeros libros que compré en la librería de Aquiles, en Bernal: El testimonio fósil de la evolución humana de Le Gros Clark (Sir Wilfrid Le Gros Clak, ojo).
El libro en cuestión era de los años 50 y empezaba a quedar viejo para cuando lo leí, el antepasado más antiguo del hombre que presentaba era el Homo erectus que todavía aparecía con el nombre de Pitecanthropus. El tipo había vivido un millón de años atrás y en Java.
En los ’60 los Leakey desenterraron  al que llamaron Homo habilis. La humanidad (o por lo menos sus inicios) había envejecido de un saque otro millón de años y ahora su cuna era África.  En mi edición de Le Gros Clark todavía no figuraba.
Pero en 1974 un paleoantropólogo yanqui, Donald Johanson, volvió a desactualizar mis lecturas. El 24 de noviembre, en una campaña en el desierto de El Afar, en Etiopía (un hermoso lugar, cuando hace frío anda por los 30 y pico de grados) se topó con Lucy: un esqueleto femenino, bastante completo, muy antiguo y al mismo tiempo muy moderno.
Femenino por su pelvis, antiguo porque la datación lo llevó a 3,2 millones de años y moderno porque Lucy ¡caminaba erguida! Es decir, caminaba como lo haríamos luego nosotros, los de la especie Homo.  La historia de su descubrimiento está contada por Johanson y Edey en un libro que se convirtió en best seller: Lucy: el primer antepasado del hombre.

Lucy recibió el nombre científico de australopithecus afarensis. Pero para eso hubo que esperar que se pusieran de acuerdo respecto a su lugar en el árbol genealógico. En cambio el nombre que los Beatles habían pensado para su chica de ojos de calidoscopio la acompaña desde el primer día. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Francia: Atentados, rehenes y rap








Lo vimos en directo: la barbarie del Estado Islámico se desató este fin de semana sobre Francia. 130 muertos, muchos heridos, algunos de los cuales engrosarán el número de fallecidos. Los ataques se produjeron en lugares públicos: un estadio, un teatro, plazas. El objetivo: el terror indiscriminado.
Hollande, el presidente francés, reaccionó llamando a la guerra a los franceses y continuó bombardeando Siria. Rusia y EEUU han hecho lo mismo.
¿Quién no va a condenar la masacre?, ¿quién no va a repudiar la barbarie?
Pero, ahora ¿todos somos Francia?, ¿o todos somos franceses?
No somos Francia. Somos, al igual que el pueblo francés, rehenes  de la política imperialista del estado francés que no cesa de intervenir militarmente en Irak, en Libia, en Mali y ahora en Siria.
El discurso de la Francia republicana ya no convence a los “condenados de la tierra”, Kery James lo dice claramente, escúchenlo.


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