Una opinión extendida, pero no por ello cierta, denomina “alumnos” sólo
a aquellos que permanecen en un lugar acotado y predeterminado (aula) mientras
el docente “da” clase. ¿Cómo mencionar a los que, por el mero hecho de
solucionar una duda, se acercan a uno en los “márgenes” de lo escolar?
Pasillos, patio, cantina, puerta de la escuela, etc.
A falta de una denominación oficial los conozco con el apelativo de “alumnos
de pasillo”.
Con uno de ellos, Theo, hablamos hace ya un mes de las elecciones y
surgió el tema del “voto útil” que tanto ha sido meneado estos últimos días. En
ese momento señalé mi oposición a dicho
criterio y mencioné que ya Gramsci había reflexionado sobre el mismo. Theo se
mostró interesado y prometí escribir algo en el blog. Tardé un mes en hacerlo
desafiando la paciencia del “alumno de pasillo” que en repetidas ocasiones me
reclamó la deuda.
Intentaré saldarla.
Desde que surgió entre nosotros el tema mucho se
replicó en los medios y en las redes sociales generando un debate,
fundamentalmente dirigido a la denominación de “útil” que implicaría un “inútil”
peyorativo.
¿Qué? ¿Mi voto no vale? Ladraban algunos comunicadores.
Votá como te gusta, decían candidatos sin chance.
El problema parecía radicar en el “antidemocrático” aspecto de sugerir
que hay mejores votos que otros, lo cual –lamento desilusionarlos- es cierto.
Como Gramsci no se preocupaba por aspectos menores sino por la
expresión de la lucha de clases también en el terreno electoral lo planteó en
estos términos que comparto y copio:
“El concepto de mal menor o
de menos peor es de los más
relativos. Un mal es siempre menor que
uno subsiguiente mayor y un peligro es siempre menor que uno subsiguiente
posiblemente mayor. Todo mal resulta menor en comparación con otro que se
anuncia mayor y así hasta el infinito. La fórmula del mal menor, del menos
peor, no es sino la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento
históricamente regresivo, movimiento cuyo desarrollo es guiado por una fuerza
audazmente eficaz, mientras que las fuerzas antagónicas (o mejor los jefes de las
mismas) están decididas a capitular progresivamente, por pequeñas etapas y no
de un solo golpe (lo que tendría un efecto psicológico condensado y podría
hacer nacer una fuerza competidora activa contraria a la que pasivamente se
adapta a la “fatalidad” o reforzarla si ya existe)”
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