A mediados de enero pasé por Colonia Sarmiento, un pueblo de unas
quince cuadras de largo, mil y pico de habitantes, en el medio de la estepa
chubutense y rodeado por dos lagos gigantescos, el Colhué Huapi y el Musters,
que lo convierten en un oasis en medio de la sequedad. [Colonia Sarmiento fue
fundada por galeses que se instalaron en los únicos tres lugares de Chubut
donde hay agua, el valle de Gaiman y Dolavon, Trevelín en la cordillera y los
lagos antedichos. Eran gente que sabía lo que hacía]
No pregunten qué hacía yo en Colonia Sarmiento, les voy a decir que iba
camino a Río Mayo y tendré que seguir explicando. El tema es que estaba allí. Y
también estaba este cartel
Mil habitantes en medio de la estepa, ¿cuántos docentes puede haber? No
importa, se organizaron, salieron a la lucha y convencieron a sus vecinos (por
lo menos al de este negocio) de que su lucha era justa.
Y la redacción del
cartel es también sugerente. Las luchas gremiales tienen múltiples motivos,
salario, despidos, sanciones, etc. Cada lucha de los trabajadores los
explicita. Sin embargo acá no es necesario.
Este comercio no apoya la lucha
docente por esto o lo otro, apoya la lucha docente, así, a secas.
Porque la lucha docente (cualquiera sea el motivo circunstancial) es la
lucha por la educación pública y esa lucha debe ser apoyada por todos.
El “acuerdo salarial” del 2015 es ruinoso, la implementación de la Nes
destruye puestos de trabajo y degrada la educación.
Organicémonos, convenzamos
a la sociedad y salgamos a la lucha.
Así, como en Colonia Sarmiento.
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