miércoles, 4 de mayo de 2016

Volviendo

4 de mayo. Mi último posteo es del 28 de febrero. Avisa de un paro de un lunes por el salario. Una batalla que ya terminó y en la cual no salimos bien parados.
¿Qué pasó para que no escribiera por más de dos meses? No intentaré un descargo. Varias veces pensé en postear: para el comienzo de clases a modo de recibimiento, el 24 de marzo también justificaba una intervención, y el 4 de abril (Fuentealba) y el 1ro de mayo. Eso por tomar las fechas.
También merecía una reflexión la lucha por el boleto educativo.
Pero no lo hice.
Y cada día que fue pasando la dificultad aumentó. ¿Por qué? Porque no podía arrancar como si no hubiera pasado el tiempo, dando por sentado que las clases habían empezado y yo no tenía nada que decirles.
Hasta hoy.
En que pensé lo siguiente: que transcurrimos (ustedes) cinco años en una institución escolar y naturalizamos su existencia, estructura y objetivos. Que nos colocan en el lugar del déficit, del que adolece y lo aceptamos. Si llegamos a rebelarnos muchas veces es una rebelión que no transforma, simplemente es un síntoma de nuestra incomodidad.
Los docentes aprendimos a comprender esta situación, en parte porque desde hace años nos han colocado (los distintos gobiernos) a nosotros también en el lugar del déficit. De los que no sabemos qué hacer con ustedes. Y las pruebas que esgrimen es que ustedes están incómodos y sus logros de aprendizaje son pobres.
¿Se puede salir de esta situación? No la plantearía si pensara que no.
Primero hay que, ustedes y nosotros, hacer consciente el problema.
Después hay que, ustedes y nosotros, comenzar a pensar la educación como un objetivo común y propio. No como algo que se hace a cuenta de otros, gobierno, padres, autoridades, sociedad, etc. Pensarnos como sujetos, ustedes y nosotros.
No digo que sea fácil, llevo intentándolo desde el final de mi primer año en el secundario y ya pasaron cuarenta y cinco años. Pero vale la pena. 

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