¿Qué
pasó para que no escribiera por más de dos meses? No intentaré un descargo. Varias
veces pensé en postear: para el comienzo de clases a modo de recibimiento, el
24 de marzo también justificaba una intervención, y el 4 de abril (Fuentealba)
y el 1ro de mayo. Eso por tomar las fechas.
También
merecía una reflexión la lucha por el boleto educativo.
Pero
no lo hice.
Y
cada día que fue pasando la dificultad aumentó. ¿Por qué? Porque no podía
arrancar como si no hubiera pasado el tiempo, dando por sentado que las clases
habían empezado y yo no tenía nada que decirles.
Hasta
hoy.
En que pensé lo siguiente: que transcurrimos (ustedes) cinco años en una institución escolar
y naturalizamos su existencia, estructura y objetivos. Que nos colocan en el
lugar del déficit, del que adolece y lo aceptamos. Si llegamos a rebelarnos
muchas veces es una rebelión que no transforma, simplemente es un síntoma de
nuestra incomodidad.
Los
docentes aprendimos a comprender esta situación, en parte porque desde hace
años nos han colocado (los distintos gobiernos) a nosotros también en el lugar
del déficit. De los que no sabemos qué hacer con ustedes. Y las pruebas que esgrimen
es que ustedes están incómodos y sus logros de aprendizaje son pobres.
¿Se
puede salir de esta situación? No la plantearía si pensara que no.
Primero
hay que, ustedes y nosotros, hacer consciente el problema.
Después
hay que, ustedes y nosotros, comenzar a pensar la educación como un objetivo
común y propio. No como algo que se hace a cuenta de otros, gobierno, padres, autoridades,
sociedad, etc. Pensarnos como sujetos, ustedes y nosotros.
No
digo que sea fácil, llevo intentándolo desde el final de mi primer año en el
secundario y ya pasaron cuarenta y cinco años. Pero vale la pena.
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