Hace seis años me tocó hablar en el acto del bicentenario del 25 de mayo. Elegí, para hacerlo, una de las dos posibilidades que se me ocurrieron: la de la convulsión histórica que el hecho había significado y la necesidad de tomar partido.
Como ninguno de mis actuales alumnos estaba presente y muchos de mis compañeros docentes tampoco, me permito citarme. Si van a la columna de la izquierda Otrosí digo y clickean en El discurso del bicentenario podrán leerme.
Dije que había elegido una de las dos posibilidades: la otra vendrá en estos días
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