jueves, 31 de marzo de 2011

Bunsen y yo


Nunca me llevé bien con la química en el secundario. Antes no la había conocido y después no la traté más. Entiendo su importancia y hasta podría vislumbrar el apasionamiento que algunos ponen en ella. Una amiga entrañable compañera del secundario es doctora en química y varios conocidos se dedicaron a ella.
Pero yo no pude engancharme. Sabía de la existencia del mechero bunsen y hasta me resultaba interesante un aparatito tan sencillo (un tubito pedorro) y tan difundido. Hoy conocí a su inventor, Robert Bunsen. Gracias al doodle de Google. Parece que el tal Robert hizo bastante cosas más que inventar el mecherito, descubrió unas cuantas cosas, diseñó una cafetera y hasta fue profesor de Mendeleiev (el de la tabla periódica).
Anotemos las cosas que me quedo: la cafetera (un adminículo central en mi vida) y el mecherito, parece que inspirado en los volcanes de Islandia y ahí engancho algo conocido: Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne tenía la misma inspiración. Me gusta Verne y me gustó Viaje..., tal vez tenga que leer algo más sobre Bunsen.

lunes, 28 de marzo de 2011

La gente lee, yo también

Una vez, en este mismo blog escribí: Me gusta leer, lo que venga, todo, novelas, poesía, historia, biología, instrucciones para hacer una repisita, cuentos, historietas, películas subtituladas, cartas y mails…

¿Y a que viene esto? A volver sobre esa idea del posteo anterior de que uno lee en las circunstancias más extrañas. Leí en la oscuridad, con velas o esperando que a que el colectivo pase por la luz en un juego de claridad y penumbra fatigante. Leí en barcos con mar agitado, acompasando el movimiento para poder seguir los renglones. El otro día me identifiqué con Martín Caparrós (buen escritor, léanlo) cuando contaba como a los cinco años el auto en el que viajaba dio un par de tumbos antes de volcar y el recuerda su esfuerzo por seguir leyendo mientras cabriolaba.

El miércoles pasado leí en una situación nueva. Estuve internado. Abrir el diario con dos vías de suero conectadas y una sonda que del estomago salía por la nariz fue una experiencia dificultosa. Cuando pasé del diario a la novela de Pablo Urbanyi, El zoológico de Dios, el tamaño ayudó y fue más fácil. La recomiendo. Pablo (lo llamo por el nombre porque algo tuvo que ver con el mío) cuenta su infancia e iniciación sexual en la Hungría de la 2da guerra mundial antes de venir a la Argentina.

El jueves devoré Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson. Un best seller policial sueco que tiene el inconveniente que los españoles no lo tradujeron a un castellano neutro y entonces uno se come todos los modismos habidos y por haber (todavía tengo que averiguar que es “y para más inri”, por contexto suena a "además", "como si esto fuera poco", etc). La trama igual atrapa. Es muy interesante el tema de los suecos pronazis. Viene bien.

Hablando de mi salud, tengo para dos semanas de reposo, en unos días enviaré instrucciones. Algo habrá que leer.

domingo, 20 de marzo de 2011

La gente lee

A pesar de las múltiples voces que afirman lo contrario la gente lee. En las condiciones más extrañas, más difíciles, más inesperadas, la gente lee. Tal vez lo que nos mueve a hacerlo sea el placer humano del diálogo, de juntarnos alrededor de un fuego, de un mate, de una mesa y contarnos historias. Al fin y al cabo, la lectura no es otra cosa que un diálogo con el otro a través del tiempo y el espacio.

Una vez leyendo a John Reed encontré y guardé este párrafo:

"Llegamos al frente, al XII Ejército, que se hallaba cerca de Riga, donde los hombres descalzos y extenuados se morían de hambre y enfermedades entre la inmundicia de las trincheras. Al vernos se levantaron a nuestro encuentro. Tenían los rostros demacrados; a través de los agujeros de la ropa azuleaban las carnes. Y la primera pregunta fue: ‘¿Trajeron algo para leer?’”

Volví a pensar en Reed cuando ví la foto de los egipcios leyendo bajo el cartel “Down Mubarak”


Y también durante la toma del año pasado. Con Nancy, la bibliotecaria, quisimos rescatar esa experiencia lectora y escribimos un texto acerca de los alumnos de la Falcone y sus “lecturas tomadas”. Pueden leerlo clickeando aquí. El 8 de mayo presentaremos sus lecturas en la Feria del Libro. Están invitados

sábado, 19 de marzo de 2011

Empleo: la educación no es la respuesta

Paul Krugman fue premio nobel de economía en el 2009. Acaba de escribir un artículo con un título provocador: Empleo: la educación no es la respuesta.

Algún colega dirá que no es bueno incluir estas ideas en un blog destinado a gente que está estudiando, pero uno estudia para comprender y transformar la realidad y no para engañarse.

¿Y qué dice Krugman? Pueden leer la nota aquí. A modo de síntesis: Que el capitalismo no reemplaza necesariamente a los trabajadores con bajo nivel de educación sino a aquellos cuya actividad puede ser automatizada. Y esto incluye también a trabajadores de alto nivel educativo (p.ej diagnóstico médico por computadora)

Algo así había señalado Marx hace más de siglo y medio en el Manifiesto Comunista:

El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios.

¿Y que conclusión/solución saca Krugman: que “es necesario restablecer el poder de negociación que la fuerza laboral perdió en los últimos treinta años”. Es decir, pelearla

Marx también lo había dicho, auque con palabras más claras:

: “Trabajadores de todo el mundo, uníos”

lunes, 14 de marzo de 2011

Garaje Azopardo y la pérdida de la identidad

Compartí con Dani Yako, el autor de este texto, unos años en el secundario (es más grande que yo), es un excelente fotógrafo.

"¿Quitarle a la policía la confección de los pasaportes significará también cambiar el lugar del trámite? Cada vez que se acerca el vencimiento del mío sufro de solo pensar que tengo que volver a ese edificio odiado conocido como Garage Azopardo. En ese lugar estuvimos secuestrados Graciela, mi pareja en aquel entonces, y yo en unos interminables cuatro días de septiembre de 1976. Pocos saben que allí funcionó –entre 1976 y 1977– un centro de ilegal de detención y tortura.

Yo trabajaba en esa época como fotógrafo de la agencia Noticias Argentinas. Había abandonado mis estudios de arquitectura para dedicarme al periodismo. De muy joven, a los 12 años, había ingresado en la Federación Juvenil Comunista. Muchos de nuestros amigos de la secundaria se habían pasado a Montoneros o al ERP. Y por uno de ellos caímos.

Graciela fue la que más sufrió, violada y picaneada por horas. Me llevaban junto a ella para que escuchara sus gritos.

Por mi parte, recibía una dosis extra de golpes por judío. Otros que estuvieron dicen que el lugar estaba inundado de símbolos nazis.

Nunca nos dieron de comer. Solamente nos acercaban agua cada tanto.Todo el tiempo estábamos encadenados al piso y una de las diversiones de los carceleros era ajustar al máximo los grilletes. Al segundo día nuestra situación mejoró un poco. “¿Quién sos pibe? Llamó Harguindeguy (el ministro del Interior de Videla) preguntando si estabas acá, me dijeron. Luego me enteré de las gestiones de Horacio Tato, el director de la agencia de noticias, para que nos liberaran.

Nos dejaron en la Boca, en esas calles con veredas altas contra la inundación, sin plata, semidesnudos y hechos un verdadero asco. Aún no entiendo cómo logramos que un taxista nos llevara a casa.

El año pasado, el juez Daniel Rafecas inició la causa Garage Azopardo, como parte del juicio del Primer Cuerpo. Hace pocos meses, junto con otras víctimas hicimos un reconocimiento del edificio. Muchas cosas fueron refaccionadas en estos últimos años, pero creo que un lugar que negó la identidad a cientos de personas, no puede hoy otorgarlas".

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