domingo, 11 de septiembre de 2011

Otro once

Las Torres Gemelas, o más bien su caída, inundaron los medios este fin de semana. Los múltiples onces de setiembre que en la historia han sido pasaron a ser el 11-S. Uno de esos “onces”, el de 1888 que a partir de la muerte de Sarmiento había quedado identificado con la figura del maestro, se devaluó. 
Pero para mi generación el 11 de setiembre fue otro, fue el de 1973. El día del golpe de Pinochet en Chile.
A finales de 1970 Salvador Allende se había convertido en presidente de Chile por una alianza que reunía al Partido Socialista (del cual era dirigente Allende) , al Partido Comunista y a otros grupos menores.  Se había inaugurado “la vía chilena al socialismo”.  
Era un signo de los tiempos que corrían en Latinoamérica. El 25 de mayo de 1973 en la asunción de Cámpora (un nombre que parecía olvidado y resurgió últimamente de la mano del kirchnerismo) habían estado Allende y el presidente de Cuba, Dorticós. Latinoamérica parecía girar hacia la izquierda y la izquierda discutía quién era quien en ella. A Allende se le criticaba particularmente la firma de un Estatuto de Garantías que limitaba su poder y “garantizaba” el statu quo de la burguesía chilena.
Pero el 11 de setiembre de 1973, Augusto Pinochet, jefe del ejército, interrumpió “la vía chilena al socialismo”, masacró a miles de chilenos e instauró una dictadura que duró diecisiete años y cuyos efectos todavía perduran.
El golpe desató una respuesta impresionante en la juventud argentina. Por miles los secundarios salimos a las calles, durante días la capital se acostumbró a ver pasar marchas de pibes que recorríamos los colegios engrosando las filas a cada paso. Mirábamos hacia arriba y llegaban los aplausos desde los balcones, se vaciaban los cestos papeleros de las oficinas. Los viejos y clásicos “enfrentamientos” entre colegios desaparecían en las columnas unitarias. Las mañanas eran nuestras, las tardes las compartíamos con los universitarios.  No podría precisar cuanto duró, la memoria unifica en un día extensísimo lo que debe haber pasado en una semana.  “El pueblo unido jamás será vencido” competía con “El pueblo unido sin armas está jodido”. “Chile no bajes tu bandera, que acá estamos dispuestos a cruzar la cordillera” daba cuenta del estado de ánimo. Hasta Palito Ortega era versionado: “Yo tengo fe que Chile va a ganar, le va a romper el culo a la junta militar”.
Pero no fue así. El golpe inauguró una nueva etapa, para Chile y para el resto de América, poco después fue Uruguay y más tarde, en el 76, la Argentina.
Hoy la juventud vuelve a enfrentar el golpe. No está Pinochet, es Piñera el que sigue su política y son otros los jóvenes. 
Pero la lucha es la misma. 38 onces de setiembre después. 

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