domingo, 27 de diciembre de 2009

Y al duodécimo día lo echaron...

Lo bueno si breve…, dice el refrán. ¿Y lo breve a secas? ¿Qué son once días en el Ministerio de Educación? Alcanzan para cambiar la foto en el escritorio y mandar a hacer el sello.
Es lo que duró Posse. Confieso que cuando lo nombraron y habló (“Prolifera un lumpen de desocupados y de vagos. Todos los días hay intimidaciones de bombo, escrache y barra brava. La minoría de estudiantes atrasados encaramados en la FUBA, insultando e impidiendo la institucionalización de la Universidad.”) tuve un déjà vu de mi adolescencia, año 74, la “misión” Ivanissevich: otro ministro troglodita protector de nazis que perseguía a las mujeres con polleras cortas porque arruinaban la civilización.
Ivanissevich asestó los primeros golpes que luego continuarían los militares, Posse se tuvo que ir.
Con personajes como éstos aparece la tentación de buscar la cita atroz, el comentario irreproducible, las palabras que asustan, sin embargo es más importante reflexionar que han pasado más de treinta años y siguen existiendo. Como en otras ocasiones hay que comprender que no son errores ni excesos, representan la política educativa en su forma más descarnada y por tanto honesta, sin los espejos de colores con que la disfrazan otros sectores que hoy parecen horrorizarse.

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