domingo, 4 de mayo de 2008

Jorge Engel, uno de los nuestros


El 1ro de mayo es un día especial, el único feriado impuesto al Estado por los trabajadores. Un día conquistado a través de luchas, para recordar una de ellas y preparar otras.
¿Qué lucha?, aquella de las ocho horas de trabajo “ocho para trabajar, ocho para descansar y ocho para disfrutar”. Una lucha que tuvo sus dirigentes y mártires, los mártires de Chicago.
Uno de ellos fue Jorge Engel, alemán, nacido en Cassel en 1836. De profesión impresor, había llegado a América en 1873. A 122 años de su asesinato, vale la pena volver sobre sus palabras ante los asesinos:
“Es la primera vez que comparezco ante un tribunal americano, y en él se me acusa de asesino. ¿Y por qué razón estoy aquí? ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma que tuve que abandonar Alemania, por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora. Aquí también, en esta libre República, en el país más rico del mundo, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable. Aquí he visto a seres humanos buscando algo con qué alimentarse en los montones de basura de las calles.
¿En qué consiste mi crimen?
En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social en que sea imposible el hecho de que mientras unos amontonan millones beneficiando las máquinas, otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres científicos deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza, y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar.”

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