Hace unos veintisiete años se estrenó en la Argentina la película “La sociedad de los poetas muertos”. En ella se relataba, de una manera naif y edulcorada, la experiencia de un profesor de literatura, Robin Williams, que “subvertía” la enseñanza de su asignatura en un colegio híper tradicional marcando una impronta indeleble en sus alumnos.
No faltó quien viera, en ese momento, un
“modelo transgresor” a seguir en la educación argentina. La solución a los “problemas
de la escuela media” (desde esa época y antes también en el lugar del déficit)
pasaría, siguiendo a Robin Williams, por recitar poemas parándose en el
escritorio o dar clase caminando por el parque.
Ya en esa época me parecía una gansada
(uso este término porque este es un blog educativo).
¿A qué viene todo esto? Sucede que hoy leo en Página 12 un reportaje a Darío Sztajnszrajber y Felipe Pigna titulado “El discurso escolar se dirige a un pibe que ya no existe más”. En
él Darío S. plantea que “El aula
tradicional, para decirlo en términos nietszcheanos, ha muerto” y que su
enseñanza de la filosofía hubiera tenido más éxito si le hubieran permitido
hacerlo en una caminata emulando a Aristóteles.
Para no quedarse atrás Pigna sugiere
incorporar “el prisma del amor para explicar
de qué manera la emocionalidad íntima influyó y determinó las acciones de esos
próceres que el relato oficial inmaculó al punto de despojarlos de todo tipo de
sentimiento más que el fastuoso “amor a la patria”. ‘Esos tipos del siglo XIX
no eran muy diferentes a los que de carne y hueso que conocemos hoy. ¿Se
piensan que no amaban, no extrañaban, no querían estar en pareja o tener
relaciones sexuales? ¡Hablaría mal de esta gente si no hubiese sido así!’”
Estas consideraciones se suman a otras
que muestran que hace rato que no saben qué damos los docentes en las escuelas,
por ejemplo:
“en
la enseñanza de la Historia en primarios y secundarios se omite el conflicto,
porque se sostiene que el niño no está en condiciones de comprenderlo” (sic) o,
“La
clave quizás esté en hacer coparticipar al alumno, […]De qué manera se pueden
relacionar los contenidos del pasado con su presente, qué consecuencias
generaron en su cotidianidad” (jamás
se me hubiera ocurrido)
“El
tango, ni hablar, pero antes la payada, un elemento que usó el anarquismo entre
fines del siglo XIX y principios del XX para divulgar textos de Kropotkin o
Bakunin entre obreros analfabetos. Es increíble cómo se han ignorado históricamente
estas expresiones”, (sí, ¿quién
alguna vez usó un tango como reflejo de época? ¡eh! ¿quién?)
Pero lo importante no es la impotencia
de estos dos pseudointelectuales. Es su función deletérea de la escuela y
justificadora de reformas antieducativas. Su conclusión es que hay que
abandonar el espacio del aula porque “atrasa”, justo cuando el gobierno habla
de plataformas virtuales, “facilitadores” y pasantías fuera de la escuela.
Darío S. intenta posar de “progre” y arreglarla
un poco y señala que “Platón hablaba del
hombre justo como una armonía entre sus dimensiones racionales e instintivas, y
por añadidura esto se extendía a la polis, donde la injusticia residía, entre
otras cosas, en la intromisión del mundo de la empresa o del comercio en las
decisiones políticas”.
Por las dudas le aclaro, Darío S., que
mis estudiantes de primer año aprenden que la injusticia en la polis residía en
que una sociedad de hombres libres estaba basada en una pléyade de esclavos carentes
de todo derecho y asimilados a “cosas”.
Como para que comprendan la “formalidad”
de algunas “democracias” y puedan aplicarlo en el presente.
1 comentario:
Hola, muy buena información. Les cuento que estoy buscando alguna institución que dicte cursos para empresarios pyme
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