martes, 31 de diciembre de 2013

El cerebro de la mujer

Una nota con este título preanuncia una catarata de lugares comunes. Y peor si viene  revestida de “conocimiento científico”. (En general es complicado leer notas de divulgación científica en los diarios. Básicamente porque los que las escriben, salvando notables excepciones, no suelen tener formación científica y entonces se les dificulta comprender la “noticia” y “bajarla al gran público.  Mi estrategia para entenderlas consiste en, una vez leída la primera, guglear otras versiones para, patchwork mediante, llegar a una comprensión acabada.)
La nota en cuestión daba cuenta de estudios cerebrales que habrían “venido a confirmar lo que ya decían los estereotipos tradicionales de las diferencias entre hombres y mujeres: ellos parecen estar más preparados para leer un mapa, mientras que ellas lo estarían para realizar múltiples tareas”.
Los tipos escanearon el cerebro de unas mil personas (428 hombres, 521 mujeres)  y comprobaron que los cerebros de las mujeres tienen un mayor grado de conectividad neuronal entre los hemisferios izquierdo y derecho, es decir, respecto a lo analítico e intuitivo. En cambio  el cerebro masculino vincula la parte delantera con la trasera del cerebro, facilitando así la percepción y la acción coordinada.

“Las conclusiones de esta investigación señalan que los hombres son en promedio más aptos para aprender y ejecutar una sola tarea, como andar en bicicleta, esquiar o navegar; mientras que las mujeres tienen una memoria superior y una mayor inteligencia social, que las vuelve más aptas a ejecutar tareas múltiples y a encontrar soluciones para el grupo”. 

Puede ser. No sé de neurociencias pero ví, hace tiempo, una foto que “decía” más o menos lo mismo.



Primeros años del siglo XX, un grupo de selknam recorre en la semipenumbra algún lugar del norte de la isla grande de tierra del fuego. Marchan sobre el agua y su reflejo en ella realza la maestría de  Alberto De Agostini, el salesiano que los fotografió. Marchan los hombres, más altos y con el largo arco selknam sobresaliendo sobre sus cabezas. Atentos. Un objetivo: el guanaco. Cuando lo vean, tirarán atrás la piel con que se abrigan, tensarán  el arco y dispararán.
Una tarea.
Los siguen  las mujeres. Algo más bajas, pendientes de los niños, llevando alguno colgado a la espalda, acarreando además las pieles para armar los campamentos, las piedras para hacer las herramientas, la carne de la última caza que los alimentará hasta la próxima y todo lo valioso que no deba dejarse atrás.
Tareas múltiples y manejo del grupo.

Diferencias sociales, diferencias neuronales. 
Alguno dirá que es al revés. Yo no.







1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante! adhiero a la nota!

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