lunes, 23 de mayo de 2011





Roa, Moyano, Milstein, y el Pellegrini

El Pellegrini ha estado tomado un tiempo largo. El nuevo rector había acomodado a su gente y desechado autoritariamente consensos de funcionamiento, el gremio docente (AGD) lo enfrentó, los estudiantes tomaron la escuela, otro gremio –la UTE- defendió el acomodo (salían ganando) y se enfrentó a los alumnos, hubo padres de un lado y del otro.
Los estudiantes y docentes de la AGD ganaron el primer round. El rector acaba de renunciar, probablemente lo hagan también los miembros restantes de su equipo, se abren las negociaciones.  Ricardo Roa, editor general de Clarín, publicó ayer una editorial con el título de: “Es mejor parecerse a Moyano que a Milstein” (se refiere a César Milstein, premio nobel de Química argentino).

¿Cuál es la idea tras el título?
1.- Que sólo se consiguen cosas con el “apriete”, palabra despectiva que Roa usa por lucha, movilización, etc. En eso le daremos la razón.
2.- Que esa, el “apriete”,  sería la variante de Moyano (permítanme discutir la esencia luchadora del camionero) y no de Milstein, es decir los estudiantes deberían estudiar y no andar diciendo qué hacer en los colegios.
En esto último debo contradecir al Sr. Roa. Por principios y por conocimiento de la historia (al fin y al cabo me pagan para eso). Veamos:
César Milstein nació en Bahía Blanca en el seno de una familia anarquista. Su padre pertenecía a  la Liga de Educación Racionalista que luchaba por una educación laica frente a la religiosa. Milstein militó en las Juventudes Libertarias (anarquistas) y  en el Centro de Estudiantes de Química. De hecho no fue un estudiante destacado salvo por su actividad gremial. Una de sus ocupaciones más importantes en esa época fue la organización de una cooperativa estudiantil que enfrentaba el negocio privado de los apuntes. Cuando el “golpe” civil de 1962 desarmó el grupo investigador del Malbrán donde trabajaba, renunció y se fue a investigar a Inglaterra, donde sus investigaciones le valieron el Nobel unos cuantos años después.  Fiel a sus ideas no patentó sus descubrimientos, a los que consideraba patrimonio común. En todas sus visitas a la Argentina, ya grande, ya famoso, siempre reservó un momento para reunirse con los integrantes del Centro de Estudiantes de Exactas, “su” centro.
Sí que se parecen a Milstein los estudiantes del Pellegrini, y todos los que día a día luchan por una educación mejor. 

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