domingo, 3 de abril de 2011

Fuentealba


Este verano estuve en el Neuquén. Con todo lo que había para ver no era necesario reparar en los carteles de la interna del Movimiento Popular Neuquino. Sin embargo no pude evitarlo, a cuatro años del asesinato del docente Carlos Fuentealba el gobernador que ordenó la represión y por tanto autor intelectual del crimen, Jorge Sobisch, se atrevía a presentarse en las elecciones. Carteles creativos, jingles pegadizos, spots televisivos, toda la carne al asador.

El resultado fue adverso para él, pero la pregunta es: ¿por qué pudo presentarse? Porque nunca fue juzgado. “La justicia” se encargó del que disparó a quemarropa, un cabo de apellido Poblete, pero no rozó al gobernador. Sus aliados políticos de entonces, Macri por ejemplo, se despegaron de él y Sobisch se retiró a cuarteles de invierno. Este verano, con el deshielo, volvió.

Es otra lección del maestro Fuentealba: en los crímenes sociales hay que llegar hasta el autor intelectual. La lucha por encarcelar a Pedraza, el asesino de Mariano Ferreira, muestra que algunos lo hemos aprendido.

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