domingo, 22 de mayo de 2011





Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra…
Un cacho de cultura, por favor. ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Así empieza un famoso discurso de Cicerón contra Catilina, gobernador romano que había metido la mano en la lata más de lo que la corrupta república romana podía permitir.
La frase de Cicerón, que sabía hablar en público, quedó en la historia y se usa, bastante a menudo, para indicar que una situación ya se ha convertido en insoportable.
¿Hasta cuando el gobierno sostendrá “el culto católico apostólico romano” (art. 2 de la Constitución Nacional)? 
¿Hasta cuando el estado subvencionará la educación católica? 
¿Hasta cuando las escuelas públicas tendrán crucifijos en las aulas? 
¿Hasta cuando algunas escuelas públicas recordarán a San José de Calasanz, el fundador de las escuelas pías? 
¿Hasta cuando se consultará a la iglesia sobre los contenidos de materias como educación  sexual? 
¿Hasta cuándo…?
¿Por qué tantas preguntas?
Es que un grupo de padres se quejó. Resulta que en la escuela Santo Tomás Moro de La Plata  el cura les dijo a los alumnos de un 6to grado que “si no van a misa el domingo, sus familias morirán y todos irán al infierno”
¿Y qué esperaban? ¿No es eso lo prescripto? Los padres podrían haber consultado este link antes de chillar, incluso hubiera sido mejor que lo consultaran antes de mandarlos a ese colegio. 
Parece que los pibes quedaron un poco “acongojados”, parece que el sacerdote fue “un poco severo”, les digo la verdad: se quedó corto. Y sé de que hablo: nací en el ’58. Soy de la generación que sufrió la epidemia de poliomielitis que dejaba inválidos a los chicos (eso a los que no se morían) hasta que Salk y Sabin descubrieron la vacuna. En mi casa se recordaba con desprecio, con un desprecio didáctico, con un desprecio militante que nos obligaba a recordar y a hacer que otros recordaran, la figura de Monseñor Antonio Plaza, que en medio de la brutal epidemia señaló que la culpa era de los padres que apoyaban la educación laica en vez de la educación “libre” (privada).
Monseñor Plaza vivió hasta el 87. Dios le dio tiempo para defender a la dictadura militar del 76, a participar de las torturas e incluso a denunciar a sus propios familiares frente al general Camps. Están desaparecidos desde entonces. En agradecimiento, una de las torres de la Catedral de la Plata lleva su nombre.
¿Hasta cuándo?
Mientras tanto, como dice la canción, cuando pases por su tumba no te olvides de escupir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sabe por qué sus "hasta cuándo" son imposibles? Porque el Señor es eterno, ve. Ahí ta.
¿Ve qué bien se aprende de ciencia en las escuelas católicas? De propia experiencia se lo digo.

JP

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