miércoles, 2 de julio de 2008

Zeitgeist

El lunes 23 acepté la invitación que desde varios carteles artesanales de papel afiche naranja hacía el Centro de Estudiantes de la Falcone: cine en el intervalo entre los turnos.
Esta vez la película era un documental con el alemán título de Zeitgeist. La palabra me resonaba pero no lograba avanzar más allá del “geist”, espíritu. Mis alumnos me consolaron diciéndome que como tenía algo que ver con las religiones lo de espíritu tenía sentido. Consuelo bondadoso, debería haberme acordado de Herder, el romanticismo alemán y el “espíritu del siglo”, pero cual profesor cómplice, mis alumnos dejaron pasar mi olvido.
Salí un poco antes de la facultad, y me apuré para llegar a las 13. A esa hora los demás convidados, mayoritariamente estudiantes, llenaban la pequeña sala de video. Un alumno apareció, miró y dictaminó: “No entramos, hacemos la función en el hall”. Todos agarramos las respectivas sillas, salimos, y con una organización espontánea nos distribuimos sin molestarnos.
El documental no fue de lo mejor. Abre una discusión, es cierto, pero resulta algo largo, repetitivo y presuntuoso, con inferencias discutibles en el mejor de los casos y descartables en otros.
¿Valió la pena? Por supuesto.
Una escuela es tal cuando los estudiantes superan el rol pasivo al que muchos pretenden condenarlos y pueden hacerse cargo de las actividades que en ella se realizan, cuando pueden proponer, planificar y concretar sus intereses, cuando hacen de la escuela, su escuela, la que quieren y necesitan y por lo tanto “la” escuela.
El lunes 23 vi eso, aparte del documental. Y me gustó.

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