sábado, 19 de junio de 2010

José Saramago (16/11/1922-18/6/2010)


Su familia era tan pobre que perdió hasta el apellido, Sousa, detrás del apodo Saramago, un yuyo que crece en terrenos baldíos. Hijo de campesinos que no pudieron garantizarle el estudio, militante contra la dictadura portuguesa, lector voraz, premio nobel de literatura, mantuvo sus opiniones políticamente incorrectas hasta el final.

Escribió esto, con lo que estoy de acuerdo:

“Hay dos palabras que no me gustan nada: utopía y esperanza. Y no me gusta utopía porque la palabra lo está diciendo: es algo que está en algún lugar que no se sabe dónde. Es algo que siempre se está posponiendo, como: "llegará el tiempo en que uno será feliz, no habrá hambre y la justicia respetará la dignidad humana". Todas esas cosas tontas, toda esa retórica que ya cansa. Eso no es para ahora. Lo vas a tener ¿Y cómo sabes tú que lo vas a tener? ¿Por qué me prometes para 2400 algo que no sabes? No digas que está ahí, esperándome. Dime mejor qué estás haciendo hoy, ahora, y si lo que estás haciendo hoy, ahora, va en esa dirección. Si es así, estupendo. Vamos a trabajar, sabiendo que hay árboles que plantamos y que tal vez su sombra no nos acoja, porque su crecimiento es muy lento, y que tal vez tampoco comeremos de su fruto. Pero, no obstante, lo plantamos porque esperará algún día por otros.

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