jueves, 22 de abril de 2010

Peligro de gol


Un profundo debate recorre las aulas argentinas. ¿Es el Mundial (de fútbol, ¿de qué otra cosa puede ser?) un hecho pedagógico? Si lo fuera, no cabe duda de que es necesario incorporarlo a la currícula y por lo tanto arbitrar los medios para que los alumnos puedan verlo en la escuela. Bien, ya escribo como funcionario.
Acompañando estos afanes no tardará en aparecer alguien dando consejos de cómo trabajar el tema en el aula y, por qué no, un par de cuadernillos con actividades cómo: “Haz una lista con todos los países participantes y sus banderas” o, “Investiga el PBI de cada país y explica cómo algunos nigerianos subalimentados pueden golear a Suiza”.
La otra cara de este debate la aportarán aquellos especialistas que, irritados por la pérdida de días de clase, hablarán de “facilismo”, “demagogia” y temas afines; para concluir que la decadencia argentina es inevitable. ¡Y justo en el Bicentenario!
¡Cuánta pavada!
Vayamos por partes:
1.- El Mundial no es un hecho pedagógico. Cómo no lo fue la Revolución de Mayo ni la germinación del phaseolus vulgaris (entre nosotros el poroto). La escuela convierte algunos hechos en pedagógicos de acuerdo a criterios de poder, de clase, criterios por tanto cambiantes en el tiempo.
2.- El Mundial ocupará (inevitablemente ya que es uno de los hechos económicos más importantes) una parte sustancial de las preocupaciones de todos los miembros de la comunidad educativa pero en tiempo no ocupará tanto. Como mucho son siete partidos (7 x 90= 630 minutos, o sea 10 horas y media) desparramados en un mes, dos de esos (el primero y la final, en caso de llegar) caen fin de semana.
Se pierden más días de clase porque:
• se corta el agua, la luz, el gas, se inundan las escuelas, se caen los techos, se electrifican las paredes
• los docentes tenemos que hacer paros para conseguir salarios decentes,
• los alumnos tienen que tomar las escuelas para que les otorguen becas o para que lleguen las viandas,
• etc.etc.etc.
3.- Ver simultáneamente el mundial en todas las escuelas requiere de:
• 1 televisor por curso o sea cada 20/30 alumnos, aproximadamente, o
• 1 microcine capaz de albergar a la totalidad del turno escolar,
recursos impensables en la escuela argentina de hoy.

¿Qué es lo que están discutiendo, entonces?
El poder.
Se sabe que vamos a estar pendientes del mundial. Y la escuela no puede permitir que cada uno haga lo que se le canta: que algunos se queden en su casa o en un bar con pantalla gigante para ver a griegos y argentinos, (dicho sea de paso, protagonistas de dos de las crisis económicas más grandes de este siglo) corriendo atrás de la jabulani; que los que vayan a la escuela tomen por asalto el aula de video y repartan banderines a lo French y Berutti.

Nos van a dejar ver el mundial, pero de visitantes, eso sí. Con "su" reglamento y sus árbitros, y al final, de vuelta al aula-concentración a pintar las banderitas y pasar en limpio el trabajo práctico: “Tomando en cuenta el peso de la pelota, la distancia al arco y la velocidad del viento, ¿cuál debe ser el impulso inicial para clavarla en el ángulo y mandar de vuelta a estos brasileros?"
¡Déjense de joder!

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