lunes, 18 de mayo de 2009

El provocador

El lector avezado, ese que escudriña el blog hasta sus más recónditos rincones, habrá reparado en el último comentario de Peto: Dale, escribí che. (véase A confesión de partes…)
Una provocación. Y no es la primera vez. Pasado un tiempo de cierto inmovilismo en este blog, Peto provoca. Y presumo que lo hace con gusto. Es que Peto es un provocador en el sentido que los latinos daban a la palabra: pro (hacia) uocare (llamar): llamar a.
En este caso llamarme a escribir, a hacerme presente, a intervenir en la realidad.
Cabe consignar que yo no entiendo la palabra provocación con el sentido peyorativo que otros le dan. Porque también me gusta provocar, de hecho para mí la tarea docente consiste en eso, en provocar en el otro el deseo del conocimiento, ese deseo de entenderlo todo, de comprender, de tomar el mundo por asalto. Y si la tarea docente es provocación, ella se ve completada cuando el alumno provoca al docente, es señal que las distinciones se han borrado, que como quería Freire, no hay más educador ni educando sino educador-educando y educando-educador.
¿No estoy en lo cierto?

1 comentario:

Péto dijo...

absolutamente, provocar, para inquietar, y de ahí, dejar picando la sensación de ser sujeto, ser interventor de algo....


un abrazo, un gusto.

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