jueves, 13 de noviembre de 2008

Inseguridad

Vivimos en un mundo inseguro, ya lo sabemos. Pero los medios se refieren a otra cosa cuando hablan de inseguridad. Leyéndolos, un amigo me decía: Inseguridad era la de antes, Pablo.
Es cierto: era inseguro ser joven en el final de los 70. También era inseguro ser adulto. En verdad, era inseguro ser.
Carlos Carballo fue una de las personas que forjó esa inseguridad. En diciembre de 1976 resultó sumamente inseguro para una veintena de presos políticos y “desaparecidos” que fueron fusilados en el paraje chaqueño de Margarita Belén luego de haber sido torturados en distintas mazmorras. Carlos Carballo era en ese momento Jefe de la División Tráfico de la Policía del Chaco y fue procesado por ese hecho junto con otros once represores. A pesar de que se simuló una huida de los detenidos y un posterior enfrentamiento, otro de los protagonistas, el ex jefe del ejército (cargo alcanzado en “democracia”) Ricardo Brinzoni reconoció que se había tratado de un fusilamiento encubierto, “de delincuentes terroristas” aclaró.
A la inseguridad de esos años la siguió otra inseguridad: la de un país precarizado, empobrecido, flexibilizado. Un nuevo país donde las seguridades de otros tiempos –trabajo, salud, educación- habían desaparecido. No otro había sido el objetivo de la represión.
Pero Carlos Carballo progresó, no se convirtió como otros en “mano de obra desocupada”. Fue a lo conocido: se puso una agencia de vigilancia. Contrataba gente para brindar la seguridad que él mismo había colaborado en destruir.
No creo que Carballo reconociera su porcentaje de responsabilidad en esa nueva situación que le permitía vivir bien.
Alguno aludirá al efecto mariposa –cómo una modificación en el pasado transforma el presente- para explicar lo que sucedió. Puede ser, el caso es que Carlos Carballo fue a pagar sueldos de su agencia. Con la pistola a mano, como corresponde a épocas y lugares inseguros. Aparecieron dos hombres armados, Carballo se resistió, pero en soledad y con setenta y cinco años esta vez fue él quien quedó del lado inseguro.
Murió desangrado en Puerto Vilelas; no muy lejos, a setenta kilómetros nomás de Margarita Belén.

2 comentarios:

Péto dijo...

Muuuuuy bueno, no te tardes para otro!

que tenes lectores, silenciosos

Juan Pablo Bermúdez dijo...

Y usté me provoca a mí, profesor. Carballo es una buena síntesis de una línea de tiempo --que usted muy bien ha sabido reflejar--, pero justamente ése es el problema: nuestra historia no tiene línea de tiempo. Por eso gana Macri y puede ganar De Angeli mañana: porque, como bien dice Huxley, el mal mayor no es que somos esclavos sino que hemos llegado a amar a nuestra esclavitud. Es métáfora, pero sirve.
Ante cualquier duda --sé que soy confuso--, consúltese en el recreo.

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