domingo, 2 de septiembre de 2012

Una vocación nacional


Hoy, 2 de setiembre, se celebra el Día de la Industria. Algunos fueron hasta Río Gallegos a agradecerle al extinto presidente Néstor Kirchner su papel en la reactivación de la industria nacional. 
¿Kirchner lo hizo? Sí. Básicamente esa "reactivación" se basó en la recomposición del papel del estado después del Argentinazo. Dicha recomposición permitió a su vez: 
a) producir una importante transferencia de recursos de un agro con ganancias extraordinarias a la burguesía industrial y
b) el subsidio a las empresas (transporte, energía, etc) que posibilitó a su vez el pago de salarios industriales (y estatales y...etc) más bajos que sin  los subsidios. 

No extraña entonces el reconocimiento.
Lo interesante es que los industriales sigan celebrando el 2 de setiembre como si nada. 
Me explico: Un 2 de setiembre pero de 1587 se realizó desde Santa María de los Buenos Ayres la primera exportación "industrial" de la "Argentina". ¿A qué vienen las comillas? A que la mencionada "industria" eran tejidos artesanales propios de la etapa precapitalista y que la "Argentina" era todavía parte del Virreinato del Perú. 
Pero no acaba acá la cosa, parte de esos tejidos escondían una mercadería más brillante:  mil y quince marcos de plata blanca y treintinueve marcos de oro de ocho onzas más trescientos setenta pesos de oro de 22 quilates y dos cadenas que pesaron ciento y noventa y cinco pesos y quince marcos de plata labrada. 
Sucede que los particulares no podían exportar metales preciosos. El cargamento era contrabando realizado por el obispo de Tucumán Francisco de Vitoria con destino a Brasil, donde el sacerdote se abastecería de unos cuantos negros esclavos. 
¿Cómo podía el obispo lograrlo? Amigos en la Audiencia de Charcas y en España donde su labor como inquisidor le había abierto puertas (y aduanas, parece).
Bonita efeméride la de la industria nacional: un obispo negrero, coimero e inquisidor; autoridades que miran para otro lado, contrabando,... una vocación que continúa.
¿Y cómo terminó la historia? 
Thomas Cavendish, pirata inglés, interceptó el barco y se quedó con las mercaderías y esclavos que el obispo había comprado. 
Los ingleses también tienen vocación.

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