Hay bibliotecarios que salen a buscar lectores, que los
persiguen blandiendo libros en sus manos. Que cargan mochilas, o burros o
coches con libros y marchan.
Hay otros que esperan. Que mantienen sus tesoros
ordenados y listos, como un escudero las
armas de su señor.
Todos están convencidos de que cumplen una función central.
En realidad, que los libros la cumplen y ellos están ahí para garantizarlo.
Que, como decía el lema de la primera biblioteca pública de la que fui socio
(la Mariano Moreno de Bernal) hay que “llevar el saber a todos los ámbitos del pueblo”.
Hay bibliotecarios que luchan. ¿Contra qué?
Contra la
censura, cuando se piden listas de qué libros se leen o se prohíben libros, contra
la destrucción de las bibliotecas, contra los recortes de presupuesto, contra
todo lo que impida o dificulte el acceso a los libros.
Hay bibliotecarios que nos guían en la maraña de libros. Que
nos ayudan a encontrar aquello que no sabemos que buscamos. Y también hay
bibliotecarios que piden silencio.
Por suerte, hay bibliotecarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario