Una nota con este título preanuncia una
catarata de lugares comunes. Y peor si viene revestida de “conocimiento científico”. (En
general es complicado leer notas de divulgación científica en los diarios.
Básicamente porque los que las escriben, salvando notables excepciones, no
suelen tener formación científica y entonces se les dificulta comprender la
“noticia” y “bajarla al gran público. Mi
estrategia para entenderlas consiste en, una vez leída la primera, guglear
otras versiones para, patchwork mediante, llegar a una comprensión acabada.)
La nota en
cuestión daba cuenta de estudios cerebrales que habrían “venido a confirmar lo que
ya decían los estereotipos
tradicionales de las diferencias entre hombres y mujeres:
ellos parecen estar más preparados para leer un mapa, mientras que ellas lo
estarían para realizar múltiples tareas”.
Los tipos escanearon el cerebro de unas mil personas (428 hombres, 521
mujeres) y comprobaron que los cerebros
de las mujeres tienen un mayor grado de conectividad neuronal entre los
hemisferios izquierdo y derecho, es decir, respecto a lo analítico e intuitivo.
En cambio el cerebro masculino vincula
la parte delantera con la trasera del cerebro, facilitando así la percepción y
la acción coordinada.
“Las conclusiones de esta investigación señalan que los hombres son en promedio más aptos para aprender y ejecutar una sola tarea, como andar en bicicleta, esquiar o navegar; mientras que las mujeres tienen una memoria superior y una mayor inteligencia social, que las vuelve más aptas a ejecutar tareas múltiples y a encontrar soluciones para el grupo”.
Primeros años del siglo XX, un grupo de
selknam recorre en la semipenumbra algún lugar del norte de la isla grande de
tierra del fuego. Marchan sobre el agua y su reflejo en ella realza la maestría
de Alberto De Agostini, el salesiano que
los fotografió. Marchan los hombres, más altos y con el largo arco selknam sobresaliendo
sobre sus cabezas. Atentos. Un objetivo: el guanaco. Cuando lo vean, tirarán
atrás la piel con que se abrigan, tensarán el arco y dispararán.
Una tarea.
Los siguen las mujeres. Algo más bajas, pendientes de los
niños, llevando alguno colgado a la espalda, acarreando además las pieles para
armar los campamentos, las piedras para hacer las herramientas, la carne de la
última caza que los alimentará hasta la próxima y todo lo valioso que no deba
dejarse atrás.
Tareas múltiples y manejo del grupo.
Diferencias sociales, diferencias
neuronales.
Alguno dirá que es al revés. Yo no.
Alguno dirá que es al revés. Yo no.
1 comentario:
Muy interesante! adhiero a la nota!
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