domingo, 19 de mayo de 2013

Soy afortunado


El viernes  se murió Videla. Sólo, preso, sentado en el inodoro de su celda. Dicen que se fue un símbolo. Generalmente eso significa que ya no servía. Y así era. Había cumplido su función y, a semejanza de las maquinarias, ya era obsoleto. Obsoleto e inútil. Otras formas, otras personas, otras estructuras lo habían reemplazado.
Fati, siempre Fati
Me considero en general un afortunado.  Y en relación a Videla también. Pasé la dictadura que él encabezó y sobreviví cuando otros, cercanos y lejanos, afectos y extraños, no pudieron hacerlo.
Sobreviví a la dictadura y a Massera, y a Agosti, y a Galtieri, y a Bussi y ahora a Videla. Falta Menéndez pero calculo que tengo tiempo.
¿Se termina la miseria cuando muere un miserable? No, está claro que no. La complicidad de muchos otros miserables sigue impune. Los aparatos represivos también. 
Pero ayer se murió Videla y vinieron a mi memoria los abrazos de los viejos exiliados republicanos españoles en el 75, cuando murió Franco. Ellos se consideraban afortunados. Y yo también lo era y me sentía  así por compartirlo.
Se murió Videla, sólo, preso, inútil. Usado y desechado. 
Soy afortunado. 

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