La locución latina del título puede traducirse como ¡qué tiempos! ¡qué costumbres! y en general se utiliza para dar a entender que otros tiempos pasados fueron mejores que los presentes.
No es mi idea.Tengo para mí que el mejor tiempo es el presente, aquél que podemos modificar con nuestra acción.
Pero debo reconocer que la frase a veces puede ser utilizada aunque sea en tono de broma.
Hoy se cumple un nuevo aniversario
del Cordobazo, esa "furiosa avalancha de obreros y estudiantes" que terminó con la dictadura militar de Onganía.
Si clickean sobre esa etiqueta (columna de la derecha) verán lo que he escrito en otras ocasiones.
Hoy me llamó la atención la siguiente imagen, un afiche convocando a cordobeses y cordobesas a hacer gimnasia.
La consigna "Córdoba se mueve" terminaba en los primeros 70 con la frase "por otro 29" augurándole a los gobiernos que siguieron a Onganía nuevas rebeliones.
Hoy es un llamado a estar en forma
¡O tempora!
Yo creo que te gusta la historia, como me gustaba a mí cuando tenía tu edad, porque se refiere a los hombres vivos, y todo lo que se refiere a los hombres, a cuantos más hombres sea posible, a todos los hombres del mundo en cuanto se unen entre ellos en sociedad y trabajan y luchan y se mejoran a sí mismos, no puede no gustarte más que cualquier otra cosa. Antonio Gramsci
domingo, 29 de mayo de 2016
sábado, 28 de mayo de 2016
Errar es humano
Y
algunas personas insisten en ratificar su humanidad permanentemente.
Un
ejemplo de lo antedicho sucedió en la entrevista de Hebe de Bonafini y el Papa
Francisco (ex Jorge Mario Bergoglio).
(Si alguno se pregunta el porqué de
un posteo como éste en un blog de historia me apresuro a responder que nada que
involucre al Papado queda fuera de la historia. Y si además se relaciona con la
dictadura más sangrienta que conoció la Argentina, menos)
Volviendo
al tema. Hebe de Bonafini viajó a Roma a, entre otras cosas, explicarle al Papa
que ella se había confundido. Que cuando dijo que "La basura va junta,
Macri, Bendini y Bergoglio. Son de la misma raza y de la misma ralea. Son
fascismo, son la vuelta de la dictadura" no tenía razón. Todo lo dicho y escrito
sobre el papel de la iglesia (y Bergoglio) bajo la dictadura había (para usar
una palabra significativa) “desaparecido”.
Algún lector se preguntará si el “error”
justifica un posteo. Al fin y al cabo todos podemos confundirnos y es de gente
de bien reconocer y enmendar errores.

La comparación es claramente un primer “error”.
Sin que lo que sigue sea visto como un aval al gobierno de Macri lo cierto es
que el 55 fue “un poco” más violento.
El 16 de junio aviones de la armada
bombardearon y ametrallaron civiles desarmados en la Plaza de Mayo.
Hubo más de
300 muertos y un gran número de heridos.
Hablé de un primer “error”. ¿Y el segundo? Es
la frase atribuida a Bergoglio. Lejos de estar “triste” la Iglesia católica
había convocado una semana antes del ataque a una movilización opositora en
ocasión de la festividad religiosa de Corpus Christi. De paso apedrearon los
diarios oficialistas, quemaron banderas argentinas y se afanaron un par de
placas recordatorias de Eva Perón. No hubo autocrítica eclesiástica sino apoyo
al golpe militar posterior, la llamada “fusiladora” por razones obvias.
El refrán dice que “Errar es humano y perdonar
es divino”.
Este blog se declara ateo.
jueves, 26 de mayo de 2016
El bicentenario anterior
Hace seis años me tocó hablar en el acto del bicentenario del 25 de mayo. Elegí, para hacerlo, una de las dos posibilidades que se me ocurrieron: la de la convulsión histórica que el hecho había significado y la necesidad de tomar partido.
Como ninguno de mis actuales alumnos estaba presente y muchos de mis compañeros docentes tampoco, me permito citarme. Si van a la columna de la izquierda Otrosí digo y clickean en El discurso del bicentenario podrán leerme.
Dije que había elegido una de las dos posibilidades: la otra vendrá en estos días
Como ninguno de mis actuales alumnos estaba presente y muchos de mis compañeros docentes tampoco, me permito citarme. Si van a la columna de la izquierda Otrosí digo y clickean en El discurso del bicentenario podrán leerme.
Dije que había elegido una de las dos posibilidades: la otra vendrá en estos días
miércoles, 4 de mayo de 2016
Volviendo
4
de mayo. Mi último posteo es del 28 de febrero. Avisa de un paro de un lunes por
el salario. Una batalla que ya terminó y en la cual no salimos bien parados.
¿Qué
pasó para que no escribiera por más de dos meses? No intentaré un descargo. Varias
veces pensé en postear: para el comienzo de clases a modo de recibimiento, el
24 de marzo también justificaba una intervención, y el 4 de abril (Fuentealba)
y el 1ro de mayo. Eso por tomar las fechas.
También
merecía una reflexión la lucha por el boleto educativo.
Pero
no lo hice.
Y
cada día que fue pasando la dificultad aumentó. ¿Por qué? Porque no podía
arrancar como si no hubiera pasado el tiempo, dando por sentado que las clases
habían empezado y yo no tenía nada que decirles.
Hasta
hoy.
En que pensé lo siguiente: que transcurrimos (ustedes) cinco años en una institución escolar
y naturalizamos su existencia, estructura y objetivos. Que nos colocan en el
lugar del déficit, del que adolece y lo aceptamos. Si llegamos a rebelarnos
muchas veces es una rebelión que no transforma, simplemente es un síntoma de
nuestra incomodidad.
Los
docentes aprendimos a comprender esta situación, en parte porque desde hace
años nos han colocado (los distintos gobiernos) a nosotros también en el lugar
del déficit. De los que no sabemos qué hacer con ustedes. Y las pruebas que esgrimen
es que ustedes están incómodos y sus logros de aprendizaje son pobres.
¿Se
puede salir de esta situación? No la plantearía si pensara que no.
Primero
hay que, ustedes y nosotros, hacer consciente el problema.
Después
hay que, ustedes y nosotros, comenzar a pensar la educación como un objetivo
común y propio. No como algo que se hace a cuenta de otros, gobierno, padres, autoridades,
sociedad, etc. Pensarnos como sujetos, ustedes y nosotros.
No
digo que sea fácil, llevo intentándolo desde el final de mi primer año en el
secundario y ya pasaron cuarenta y cinco años. Pero vale la pena.
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