jueves, 22 de octubre de 2015

Gramsci, los alumnos de pasillo y el “mal menor”

Una opinión extendida, pero no por ello cierta, denomina “alumnos” sólo a aquellos que permanecen en un lugar acotado y predeterminado (aula) mientras el docente “da” clase. ¿Cómo mencionar a los que, por el mero hecho de solucionar una duda, se acercan a uno en los “márgenes” de lo escolar? Pasillos, patio, cantina, puerta de la escuela, etc.
A falta de una denominación oficial los conozco con el apelativo de “alumnos de pasillo”.
Con uno de ellos, Theo, hablamos hace ya un mes de las elecciones y surgió el tema del “voto útil” que tanto ha sido meneado estos últimos días. En ese momento  señalé mi oposición a dicho criterio y mencioné que ya Gramsci había reflexionado sobre el mismo. Theo se mostró interesado y prometí escribir algo en el blog. Tardé un mes en hacerlo desafiando la paciencia del “alumno de pasillo” que en repetidas ocasiones me reclamó la deuda.
Intentaré saldarla.
Desde que surgió entre nosotros el tema mucho se replicó en los medios y en las redes sociales generando un debate, fundamentalmente dirigido a la denominación de “útil” que implicaría un “inútil” peyorativo.

¿Qué? ¿Mi voto no vale? Ladraban algunos comunicadores.
Votá como te gusta, decían candidatos sin chance.

El problema parecía radicar en el “antidemocrático” aspecto de sugerir que hay mejores votos que otros, lo cual –lamento desilusionarlos- es cierto.
Como Gramsci no se preocupaba por aspectos menores sino por la expresión de la lucha de clases también en el terreno electoral lo planteó en estos términos que comparto y copio:

“El concepto de mal menor o de menos peor es de los más relativos.  Un mal es siempre menor que uno subsiguiente mayor y un peligro es siempre menor que uno subsiguiente posiblemente mayor. Todo mal resulta menor en comparación con otro que se anuncia mayor y así hasta el infinito. La fórmula del mal menor, del menos peor, no es sino la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento históricamente regresivo, movimiento cuyo desarrollo es guiado por una fuerza audazmente eficaz, mientras que las fuerzas antagónicas (o mejor los jefes de las mismas) están decididas a capitular progresivamente, por pequeñas etapas y no de un solo golpe (lo que tendría un efecto psicológico condensado y podría hacer nacer una fuerza competidora activa contraria a la que pasivamente se adapta a la “fatalidad” o reforzarla si ya existe)”

sábado, 17 de octubre de 2015

El 17

Hoy hace 70 años nacía el peronismo. Y su nacimiento se daba en medio de una convulsión social fantástica.
Mucho se ha discutido sobre las características de esa jornada, lo hacen los críticos pero también los que la saludan.
Félix Luna, un radical, escribió el que tal vez sea su mejor libro: el 45 y lo subtituló: Crónica de un año decisivo. 
En él recoge una anécdota que pinta el momento histórico y que quiero compartir:

"El día anterior, Arturo Jauretche se habla encontrado con un dirigente forjista de Gerli.
— ¿Qué hacemos mañana, doctor?
— ¿Mañana? ¿Qué pasa mañana?
—Y... la gente se viene para Buenos Aires... ¡No los para nadie! Todos están con Perón...
— ¿Y quién organiza eso?
— ¡Qué se yo! Nadie... Todos... ¿Qué hacemos nosotros?
Jauretche confiesa que nada sabía de semejante movimiento. Pero no vaciló.
—Mira, si es así, cuando la gente salga, agarrá la bandera del comité y ponete al frente...!
Y cuenta:

—Pedro Arnaldi movía treinta votos en Gerli. El 17 de Octubre a la madrugada pasó el puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas..."


lunes, 12 de octubre de 2015

¿Y el día de la Raza?

El término "Raza" ha caído en desgracia como no sea para publicidad de comida canina. 
Hace ya rato que la antropología  desechó el término que tuvo el apogeo de su uso entre el 1700 y mediados del siglo XX, coincidiendo con el período de máxima expansión europea por el mundo.
El caso es que “raza” se convirtió primero en un término científicamente incorrecto y luego en políticamente incorrecto.

Pero hubo una época en que no fue así: el 12 de octubre  estuvo vinculado desde el vamos al establecimiento de relaciones diplomáticas con España.
  • El primer paso lo dio (como en otras cosas) Julio A. Roca durante su segundo mandato presidencial al mandar a acortar el Himno Nacional ya que  “hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas” antes que las originales que, en un tono más exaltado, prometían fajar al vil invasor y se regocijaban de que su cerviz orgullosa dobló.
  • Un segundo paso lo dio H. Yrigoyen. EEUU aparecía como el rival que disputaba la hegemonía americana. Pero de México para el sur éramos otra cosa: hijos de españoles. Sin ponerle nombre, en 1917 el presidente radical estableció los festejos del 12 de octubre ya que “la España descubridora y conquistadora […] obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento”.
  • Roca, Yrigoyen…falta Perón. En 1947, en ocasión del homenaje a Miguel de Cervantes por los 400 años de su nacimiento, expresaba: “Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental.  Porque España aportó al occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental. Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”. Traía para ello la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano...”

Un  afiche condensó dos ideas: el
 día de la Raza y la  necesidad
de aumentar la producción
.


EEUU, después del Braden o Perón, tampoco podía estar ausente en la reflexión: la difusión de la leyenda negra [léase críticas a la conquista],  procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, “
El reconocimiento a España incluyó el apoyo, Evita mediante, al franquismo que recibió importantes donaciones de alimentos.

¿Y cuándo “cambió”? 
En 1966 se llevó a cabo el Primer Censo Indígena. Lo que se contabiliza, existe. Con una denominación “incorrecta” y “estigmatizante” el “indio” se visibilizó.
En 1992 aprendimos a hablar del “encuentro de culturas” y a partir del 2010 del “respeto a la diversidad cultural”.
Ahora que “Indio” es “pueblo originario”, ¿ya no tiene razones León Gieco para cantar cinco siglos igual?

Sólo si las palabras constituyen la realidad. 


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