domingo, 31 de octubre de 2010


Ayer se abrieron los sobres de la licitación de Malabia. Se presentaron siete empresas y una de ellas fue preadjudicada a la espera del análisis final de su propuesta.
Releo un comentario del posteo anterior sobre la marcha de Mariano Ferreyra y lo reafirmo: "faltaron los que llaman "violencia" a cortar una calle o tomar un colegio; faltaron los que nunca luchan pero siempre recomiendan "otros métodos" a los luchadores".
Esto es un triunfo, parcial, provisorio, pero triunfo al fin de la lucha que se manifestó en los últimos meses en la toma de la escuela. No es sólo de la Falcone sino también del conjunto de los estudiantes que se movilizaron por éste y todos los reclamos edilicios. No arrancó ahora, la propuesta de nuevo edificio estaba hecha ya en el 2006 cuando tuvimos que abandonar Malabia, y este edificio provisorio de Yerbal lo conseguimos también mediante la lucha.
Hoy estamos más cerca de obtener la "nueva" Malabia pero no creo que, aunque importante, sea ese el principal logro: lo fundamental es la enseñanza que nos deja:
los que hoy han aprendido a luchar seguirán haciéndolo cuando el secundario sea un agradable recuerdo.

lunes, 25 de octubre de 2010


Éramos muchos el jueves en la marcha. Faltaban otros. Faltaban los que consideraron más importante “solidarizarse” con la presidenta que defender a los compañeros; faltaban los que pensaron (y tal vez sigan haciéndolo) que Julio López se había ido por su cuenta; faltaban los que se intoxicaron con el humo de los choripanes en River y confundieron burócratas asesinos con representantes de la clase obrera; faltaban los que ven en las víctimas, victimarios; faltaron los escribas a sueldo del poder, los obsecuentes, los que llaman “violencia” a cortar una calle o tomar un colegio; faltaron los que nunca luchan pero siempre recomiendan “otros métodos” a los luchadores, faltaron los pusilánimes, faltaron los infames.

Hablan de nuestros muertos sin percibir que ellos lo están desde hace mucho.

lunes, 18 de octubre de 2010







Esta vez tardé en volver a escribir, no es que faltaran temas, faltaba que uno se impusiera de tal manera que se hiciera imposible dejarlo pasar.
Lo del sábado de Clarín Rural fue demasiado, es que las palabras tienen algún valor y su uso no es impune.
A principios de siglo los peones rurales de la Patagonia fueron a la huelga para defender sus salarios y condiciones de trabajo. Que los patrones pagaran en dinero y no en vales, que la comida fuera caliente, que no se lucrara con las velas, un insumo imprescindible en días cortos y noches largas. Los fusilamientos de trabajadores fueron la respuesta del gobierno del "democrático" Yrigoyen.
El primero que relató los hechos fue un gallego, José Luis Borrero que tituló su libro "La Patagonia Trágica". En los 70 Osvaldo Bayer sacó nuevamente el tema a la luz y la película que se basó en su obra se llamó "La Patagonia Rebelde". Eran otras épocas, las palabras tienen valor y se imponía destacar la rebeldía más que la tragedia.
¿Y cuál es la "Patagonia rebelde" de la que habla Clarín hoy? Parece que los ganaderos patagónicos están obteniendo mejores rindes económicos combinando agricultura con ganadería. Aprovechando mejor los oasis forrajeros con nuevas tecnologías. Va de suyo que estos mejores rindes no se traducirán en más salarios para los trabajadores que los hacen posibles.
¿De qué "rebeldía" nos hablan? Están viendo cómo ganan más plata, cuentan su "tarasca" ante nuestros ojos pero llorarán miseria cuando pidamos un aumento.
Las palabras tienen un valor, son unos miserables.


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